Sabreen Jouda nació segundos después de la trágica muerte de su madre. Un ataque aéreo israelí impactó la casa de sus padres el sábado 21 de abril, justo antes de la medianoche. Como muchos palestinos, la familia buscaba refugio de la guerra en Rafah, al sur de Gaza.
Además de su madre, su padre y su hermana de 4 años también perdieron la vida. Sin embargo, al descubrir que Sabreen al-Sakani, la madre, estaba embarazada de 30 semanas, los servicios de emergencia realizaron una cesárea de emergencia en el hospital kuwaití donde fueron llevados los cuerpos.
La pequeña Sabreen luchaba por su vida, con dificultades para respirar. Su diminuto cuerpo yacía en posición de recuperación sobre un pedazo de alfombra mientras el personal médico le insuflaba aire suavemente en su boca abierta. Una mano con guantes daba suaves golpes en su pecho.
El domingo, horas después del ataque aéreo, Sabreen gemía y se retorcía dentro de una incubadora en la unidad de cuidados intensivos neonatales del cercano hospital Emiratí. Llevaba un pañal demasiado grande para ella y su identidad estaba escrita con bolígrafo en un trozo de cinta adhesiva alrededor de su pecho: “La bebé de la mártir Sabreen al-Sakani”.
“Podemos decir que su estado de salud ha mejorado un poco, pero la situación aún es de riesgo”, dijo el doctor Mohammad Salameh, director de la unidad. “Esta niña debería haber estado en el vientre de la madre en este momento, pero ha sido privada de este derecho”. La describió como una niña prematura y huérfana.
Pero Sabreen no está sola, “será bienvenida. Es la hija de mi querido hijo. Yo la cuidaré. Ella es mi amor, mi alma. Ella es un recuerdo de su padre. Yo la cuidaré”, dijo Ahalam al-Kurdi, su abuela paterna, mientras se sujetaba el pecho y se estremecía de pena.
