Irak aprueba una ley que autoriza el matrimonio infantil a partir de los 9 años. La medida ha generado controversia y críticas por parte de defensores de los derechos humanos.
El Parlamento de Irak aprobó una nueva ley que permite el matrimonio de niñas a partir de los 9 años. Este cambio ha desatado una ola de críticas de organizaciones de derechos humanos, que aseguran que la legislación legaliza la «violación infantil» en el país.
La reforma legal otorga mayores poderes a las autoridades religiosas sobre los matrimonios, divorcios y la herencia. Además, limita las protecciones legales para las mujeres iraquíes, lo que, según expertos, podría empeorar la situación de las mujeres y niñas en el país. A partir de ahora, niñas de tan solo nueve años podrán ser casadas, una medida que legaliza lo que hasta ahora era considerado un abuso.
El matrimonio infantil en Irak: una práctica común
El matrimonio infantil ha sido una práctica extendida en Irak. Según una encuesta realizada por la ONU en 2023, el 28% de las niñas iraquíes se vieron obligadas a casarse antes de cumplir los 18 años. Este dato refleja la normalización de esta práctica, a pesar de los esfuerzos internacionales por erradicarla.
Las organizaciones de defensa de los derechos humanos han señalado que esta nueva ley refuerza la discriminación hacia las mujeres y niñas iraquíes. De igual forma, advierten que, al permitir que las autoridades religiosas tomen decisiones sobre estos temas, se pierde el control de las leyes civiles, lo que pone en peligro aún más los derechos de las mujeres en Irak.
Críticas y reacciones a nivel internacional
La comunidad internacional ha reaccionado enérgicamente ante esta legislación. Varias organizaciones han condenado la medida, calificándola como un retroceso en los derechos de las mujeres en Irak. La ONU y otras entidades defensoras de los derechos humanos han expresado su preocupación por el impacto que esta ley tendrá en las niñas del país.
Por otro lado, algunos sectores en Irak defienden la ley como un respaldo a las tradiciones religiosas y culturales del país. Sin embargo, este argumento ha sido ampliamente refutado por las organizaciones que luchan por los derechos de las niñas y mujeres en la región.