El gobierno entrante de Panamá, liderado por el presidente electo José Raúl Mulino, ha comenzado a tomar medidas para sellar la frontera del Darién, una región selvática que se ha convertido en un corredor principal para los migrantes irregulares que buscan llegar a Norteamérica.

Frank Ábrego, el recién nombrado Ministro de Seguridad Pública, confirmó que la administración está trabajando en un plan para cerrar la frontera y repatriar a todos los migrantes irregulares que la atraviesen. Ábrego, quien fue el primer director del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront), es conocido por su papel en la expulsión de la guerrilla colombiana del Darién en 2008.

A pesar de los desafíos que presenta la frontera, que se extiende a lo largo de 260 kilómetros de terreno selvático, Ábrego se mostró confiado en que el cierre es factible. Aseguró que Panamá siempre ha sido un defensor de los derechos humanos y que esta práctica continuará durante el proceso de repatriación.

En lo que va de año, más de 153.003 migrantes irregulares han llegado a Panamá a través del Darién. El año pasado, esta cifra superó los 520.000, lo que pone de manifiesto la magnitud de la crisis humanitaria. Unicef advirtió que en 2024 podrían cruzar la selva 800.000 personas, incluyendo 160.000 menores de 18 años, muchos de los cuales necesitarán asistencia humanitaria.

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Mulino, al ser proclamado presidente electo el pasado 9 de mayo, declaró: “Panamá y nuestro Darién no es una ruta de tránsito. No señor, esa es nuestra frontera. Iniciaremos con ayuda internacional un proceso de repatriación con todo apego a los derechos humanos”. Con estas palabras, dejó claro que cualquier migrante que llegue a Panamá será devuelto a su país de origen.

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